La luz
de las estrella se reflejó en mis ojos asombrados. Valió la pena tolerar las interminables horas de viaje-
notable travesía- que me condujo al sitio que quería visitar…contemplé admirado
el cuadro natural que se abría paso ante mí: árboles de un lado a otro unían su follaje y hacia el
angosto valle en el que desembocaba el río, el cielo abierto mostraba sus
pupilas brillares alrededor de la luna nueva.
Los
rumores que anidaban entre las hojas se confundían con el oleaje que golpeaba
los peñascos. El agua dulce se arremolinaba y creaba escarpadas orillas. Me
invadía una interesante impresión al observar tan gallardo escenario. Pocos y
afortunados hombres habían podido llegar hasta este virgen paraíso escondido. Y
en lo que a mí respecta, es uno de mis grandes placeres conocer lugares
exóticos, estudiar diferentes fenómenos y componer mis textos de divulgación
científica.
El
objetivo de este viaje radica en tomar unas tranquilas vacaciones y al mismo
tiempo, reunirme con un compañero de la facultad para trabajar acerca de una
tesis planteada en 1796. Ambos tenemos conocimientos sobre astronomía y estamos
elaborando un texto crítico de Cosmografía acerca de una teoría presentada por
Pierre-Simon Laplace, matemático francés y autor del libro “Exposition du Systeme du Monde”. No regresaré a mis labores sin
profundizar los aspectos de Simon Laplace y los avances científicos
relacionados con “Viento estelar y
agujeros”.
Caminé
alumbrado por la luna y complacido por la música efímera de las aguas y de
algunas aves nocturnas que dejaban sus voces vagando en el aire. Escrutando las
grandes formaciones rocosas me topé con
una abertura entre ellas, semejante a la entrada de una gruta. Encendí la lámpara
y me aventuré a penetrar ese umbrío camino. Se veía el interior como encapotado
por una ligera bruma… Entonces resaltó la imagen rojiza de una hoguera que se
proyectaba más allá de donde me hallaba. Seguí en dirección a esas atizadas
llamas; crecía en mí una sensación de gran incertidumbre mientras me aproximaba
a la luz… ¿Quién encendería una fogata dentro de este lugar? La inseguridad me
asedió; iluminé el sector y en una de las superficies pude ver una pintura
rupestre. Despejé mis preocupaciones para dar
paso a la contemplación del grabado. Una fuerte energía estimuló mis
sentidos. El dibujo mostraba un gran agujero
negro[1]
como los que están en el espacio, con trazos azulados circulares hacia el
centro de la circunferencia. Alrededor de éste, una constelación de estrellas
blancas, tan brillantes como las del mismo cielo que había contemplado al
llegar.
Tuve el
extraño anhelo de extender mi mano para palpar la textura de ese diseño que me
atraía tanto… De pronto oí voces y apagué la linterna. Me conduje casi a
tientas hacia la salida y desaparecí por el otro costado de los macizos. Me escondí
detrás de una roca, en la orilla del río. El agua golpeaba con furia
y me salpicaba. De repente, surgieron tres sombras en las proximidades. Se
reunieron en la entrada de la cueva, murmuraban frases indescifrables… El agua
subía y bajaba ante mis pies y no podía moverme de mi escondite. ¿Quiénes eran?
¿Y por qué se ocultaban en esa cueva?
Las
aves que merodeaban la costa desaparecieron como por influjo de algo extraño…
El rumor inicuo de los hombres brotaba de la oscuridad y su eco me inducía hacia
el epicentro de ese círculo negro… sentí un golpe en la cabeza y caí
desvanecido.
Imaginé
que me hundía en el espacio como por una especie de cascada, a una velocidad
mayor que la de la luz y dentro de un gran agujero negro. Me sentí arrastrado
hacia una curvatura infinita en la que el espacio
y el tiempo se terminan. La gravedad
del hoyo me empujaba hasta el horizonte
de sucesos
, una región que separa el agujero del resto de Universo. La
presión gravitatoria comenzó a ejercer fuerza sobre el área donde me hallaba y
me comprimía tal como lo hace con cualquier partícula.
Percibí
el desenlace escrito por mi propio colega. Me pareció reconocer su voz entre
las de esos hombres. Un maniobra inteligente, premeditada y asombrosa… Comparé
mi muerte con la de una Gigante roja[2]…
Recobré
el sentido y suspiré al sentirme a salvo
de ese infierno. Tal vez la inquietud me había llevado al delirio... Pero, al abrir los ojos, me vi envuelto en una
lobreguez absoluta, cayendo vertiginosamente por un tubo cilíndrico. Percibí un
terrible espasmo de violenta energía que me confinaba a la singularidad[3],
límite a partir del cual ninguna partícula puede salir, incluyendo la luz…
La
hoguera chisporroteaba en la noche y se destrenzaban las débiles llamas ante el
bravío soplo del viento. Las tres figuras se arrimaron a la hoguera y luego, la
lumbre sucumbió ante la penumbra del ambiente. Dos hombres salieron. Y el tercero se les sumó
minutos después. Llevaba colgado en su hombro el bolso de su compañero…
Ya se
había ocultado la luna; el viento se serenaba y se oían remotos los pájaros
cruzando el firmamento.
Las formas
ágiles de los tres desconocidos se agruparon hasta eclipsar el entorno… Se
volatilizaron y desaparecieron allí, donde un sauce vuelca torrentes negros y
los remansos se aquietan en un sinfín de silencios…
[1] Agujero negro: Región del espacio-tiempo provocada
por una gran concentración de masa en su interior, con enorme aumento de la
densidad, lo que genera un campo gravitatorio tal que ninguna partícula
material, ni siquiera los fotones de luz, puede escapar de dicha región..
[2] Gigante roja: Estrella de gran masa.
[3] Singularidad: Límite o espacio curvo infinito provocado por la gravedad de un agujero negro.
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